viernes, 29 de marzo de 2019

La comunicación solitaria



Por Pablo Javier Piacente.


Terminando la segunda década del siglo XXI, parecemos encontrarnos en un estado sin retorno hacia una sociedad en la que nadie escucha y todos gritan para hacerse escuchar, la mayoría de las veces infructuosamente. 

La competencia por la atención del otro puede apreciarse en todos los ámbitos, pero se vislumbra en forma patente en las redes sociales, donde poco a poco los simples textos se reemplazan por grandes imágenes en las cuales la gente “grita” sus verdades. Y en este caso el objetivo no es reafirmar que una imagen vale más que mil palabras, sino que el propósito es lograr ser leído y no pasar desapercibido en la interminable cadena de mensajes, avisos publicitarios, videos… 

¿Cómo incide esto en la subjetividad, en el interior de cada sujeto? Genera una sensación de “comunicación solitaria” y de incertidumbre permanente, en la cual la hiperinformación e hipercomunicación propiciadas por las nuevas tecnologías y su rápido acceso se contraponen a la ausencia del contacto directo y profundo entre las personas, en la mayoría de los casos esporádico, superficial y súbito, y a la carencia de verosimilitud en los relatos, porque todo es puesto en duda y pasible de ser incorporado a la categoría de “fake news”.


Un camino peligroso


¿Cuál es el límite? ¿Cuáles son las consecuencias? Podría esperarse, como ya se está observando lamentablemente, un incremento de la violencia, del resentimiento, del odio a la diferencia, del encono y de la generación de conflictos que no cuentan con una base sólida que los justifique. 

La sociedad de mercado y el sistema político apuntalan la falta de sentido vital y la insatisfacción, estimulando una suerte de exigencia de felicidad permanente, éxito inmediato, tiempos que no se adaptan a los ciclos de la vida natural y humana y rechazo al camino del esfuerzo, la constancia, la coherencia, la superación personal, la reflexión (entendida como pérdida de tiempo) y la introspección (que se contrapone a una especie de endiosamiento de la exteriorización).

¿Hay salida? La gran incógnita y el gran desafío, como eternamente ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad, es la forma en la cual construimos un futuro de cambio positivo a partir de este presente de dudas e incongruencias.

Imágenes: pixabay.com

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