En el fondo del mar,
azul traslúcido.
Piedra como agua en las pupilas.
Madera deshilachada,
un barco con vidas congeladas
y los ecos de nombres
que en la superficie
ya no suenan.
Si el naufragio
fue olvido,
el recuerdo hoy se hizo luz
en los ojos ovalados
de un pez que piensa con burbujas.
La rueda del cielo parece detenerse
cuando las olas no rugen,
pero un sonido a magma
se hace omnipresente
si sobre la cabeza
el agua pesa
como un dolor,
un grito ahogado
entre la vida más antigua.
Pablo Javier Piacente.
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