Ojos de luz parpadeando entre las ramas,
las hojas transpiran la sangre de un tiempo viejo.
Si los diamantes insondables de tu ira
se clavan en el silencio de mis pupilas,
todo quedará petrificado
y la gélida solemnidad
nos sepultará.
No lo hagas.
Escucha mis gritos.
Cantemos llorando entre los escombros de la noche,
vaciemos el cántaro oscuro y melodioso de la luna,
caigamos,
nademos,
ahoguémonos.
Tarde o temprano,
todo será pétreo.
Pablo Javier Piacente.
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