¿Será que puedo contener toda la nada en mi mano?
¿Será que puedo comprimir al universo en mi puño cerrado?
Quizás ser Dios es jugar a los dados
pero con dados blancos, vacíos, innumerados,
cuyo único resultado
sea una eterna duda.
La profunda perplejidad de lo innombrado.
Por Pablo Javier Piacente.
Imagen: Sasha Freemind en Unsplash.
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