Por Pablo Javier Piacente.
Sentado cómodamente en su sofá, un hombre pensó: "no creo en los sueños, solamente en aquello que puedo ver y tocar, como mi cuerpo, mi casa, mi perro o estas monedas. Las cosas son la única verdad".
Años después, el hombre y el perro ya eran polvo, la casa se había derrumbado luego de un terremoto y las monedas habían perdido completamente su valor, aunque seguían allí.
Otro hombre, un linyera de edad avanzada cubierto con harapos, pasó por el lugar y vio las monedas resplandecientes entre los escombros. Las tomó y pensó: "me echaré a dormir aquí y soñaré que soy rico. La única verdad está en los sueños".
Image by Kasun Chamara from Pixabay
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